Un plato increíble que te va a hacer quedar como una reina. Se puede servir en moldes individuales como una entrada más paqueta o en una fuente grande de estilo familiar.
Un plato increíble que te va a hacer quedar como una reina. Se puede servir en moldes individuales como una entrada más paqueta o en una fuente grande de estilo familiar.
Precalentar el horno a 180 °C (moderado), enmantecar un molde redondo para soufflé y cubrir la base y bordes con queso rallado.
Lavar la espinaca, colocar en una cacerola y cocinar en su propia agua, colar y dejar que suelte el líquido.
Derretir la manteca en una cacerola, agregar la cebolla y saltear 4 minutos.
Agregar la harina y revolver hasta formar una pasta, incorporar de a poco la leche y mezclar para evitar grumos, cocinar hasta que espese y haga burbujas.
Condimentar con sal, pimienta y nuez moscada, retirar del fuego.
Separar los huevos en claras y yemas, batir las yemas hasta que estén apenas espumosas e incorporar a la salsa blanca tibia batiendo con fuerza.
Estrujar la espinaca, picar y mezclar con el queso rallado y la salsa blanca.
Batir las claras a punto nieve y agregar el cremor tártaro.
De a poco, incorporar en la mezcla de espinacas con cuidado de no desinflar las claras.
Volcar todo en la fuente y colocarla en una asadera, llenar la asadera con 3cm de agua caliente para hacer un baño maría y ubicar en el horno.
Hornear 50-60 minutos o hasta que el soufflé esté inflado y al pincharlo con un escarbadientes este salga limpio.
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